Varias sondas de la agencia espacial han captado extraños sonidos en planetas, lunas y en el espacio más allá.

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Cabe destacar que el espacio es un lugar oscuro y vacío en el que la ausencia de aire impide que se extienda el sonido. Sin embargo, los instrumentos de las sondas que el hombre ha enviado a sus profundidades son capaces de captar otros tipos de energía y traducirlos a sonidos reconocibles, a través de la llamada «sonificación de datos».

Como es el caso de las sondas Voyager. El científico Donald Gurnett, investigador principal de uno de los instrumentos de misión, es especialista en detectar las ondas de radio y su interacción con el viento solar o con los campos magnéticos de los planetas y traducir el resultado a un sonido distinguible, con la ayuda de un amplificador; con esto se puede conseguir un misterioso sonido característico para cada planeta y hasta captar la huella energética de los rayos o las auroras que ocurren en algunos de ellos.

Uno de ellos es el captado por la misión Juno, el pasado 24 de junio de 2016. Por entonces, la sonda atravesó el frente de choque del inmenso campo magnético de Júpiter, y durante dos horas pudo grabar el rugido de la enorme dinamo que es el gigante gaseoso.

La sonda Galileo, también captó extrañas ondas de radio procedentes de las cercanías de Júpiter, en concreto, de la luna Ganímedes, en la que se cree que hay un océano bajo la superficie.

Saturno, el planeta de los anillos donde recientemente «murió» la sonda Cassini, es otra potente fuente de «sonidos» espaciales. La citada sonda de la NASA captó las ondas de radio emitidas por el planeta y relacionadas con las potentes auroras que ocurren en los polos de Saturno.

Las afueras del Sistema Solar no son un lugar tranquilo. El espacio es barrido por auténticos «tsunamis» de energía y por las sacudidas de la heliosfera solar: el viento solar no es uniforme y crea distorsiones que pueden ser captadas por los receptores de las sondas Voyager, los viajeros más lejanos de toda la historia.

En el espacio no solo pueden oírse las ondas de radio. En 2011, un instrumento de la nave Stardust captó el impacto del campo de residuos del cometa Tempel sobre un escudo protector. El choque de las pequeñas partículas de polvo y hielo recuerdan al sonido de una granizada especialmente intensa.

H/T – ABC