No hay excusa para maltratar ni permitir que tu pareja te maltrate, pero muchas veces somos nosotros, los que estamos fuera del núcleo del problema, los que empeoramos las situaciones, permitiendo que en nuestras familias proliferen mitos que únicamente aferran a la víctima aún más en su situación. Aquí esta 10 de los más comunes:

1- «Fue mi culpa, yo lo/la provoqué»

Especialistas en Violencia y Agresión afirman que los agresores basan su autoestima en su capacidad de controlar y dominar, por tanto, forzar la sumisión en la víctima les produce cierta satisfacción; no es necesaria ninguna provocación, el hecho le probarse ‘más que el otro’ le satisface.

2- «Es su culpa por seguir viviendo con él/ella»

¡NO ES CULPA DE LA VÍCTIMA! Las razones por las que una persona decide seguir conviviendo con su agresor son variadas, desde la dependencia (física, económica o emocional) o amenazas, hasta falsas creencias de lo que representa la vida en pareja… Es muy importante conocerlas para brindarle el apoyo necesario y no caer en el error de culpar a la víctima, porque esto más que ayudarle podría empeorar la situación.

3- «Hay que aguantar, por los hijos»

¡FALSO! El ser testigos de este tipo de malos tratos es uno de los acontecimientos más perjudiciales en la vida de un niño, porque puede tener consecuencias conductuales, y también en su desarrollo emocional y cognitivo, existen altas probabilidades de que repitan estas mismas situaciones en su vida en pareja, o lo adopten como su método de resolución de conflictos. De una u otra forma ellos también se convierten en víctimas, bien sea físicamente (golpes o empujones) o psicológicamente (escuchar los gritos, o ser receptor directo de ellos).

4- «Seguro a él/ella le maltrataron de pequeño, por eso es así»

Tenemos la idea de que la violencia se transmite de generación en generación, sin embargo, no hay que generalizar, no todos los que maltratan a sus parejas han sido testigos de violencia o han sido también maltratados; ni tampoco todos los testigos de violencia o maltratados, maltratan a sus parejas.

5- «Fue una sola vez y ya, dijo que no lo volvería a hacer».

La mayor parte de las veces, las agresiones no son hechos aislados, sino que responden al conocido Ciclo de la Violencia, que se trata de acumulación de tensiones hasta el momento de la explosión, para luego llegar a la Luna de Miel, en la que él/ella busca revivir toda la bondad y los momentos especiales del inicio de la relación con promesas y regalos mientras las tensiones se vuelven a acumular y el ciclo vuelve a empezar.

6- «La prensa exagera, la violencia doméstica no es tan común»

¿Sabías que en realidad sólo el 10% de los casos son denunciados? Así que los casos presentados en los medios no son ni la cuarta parte de la realidad.

7- «Lo que ocurre dentro de una pareja es un asunto privado, nadie tiene derecho a meterse»

¡En estos casos, no! La idea no es darle pie a las personas para que se metan en las relaciones ajenas, pero los delitos jamás son cuestiones privadas, y menos aún cuando las víctimas no están capacitadas, físicas o psicológicamente, para defenderse. Sí, ¡La agresión es un delito!

8- «Es sólo cuestión de mujeres en los países o familias de bajos recursos»

La violencia no distingue género ni clase social, te sorprendería saber que los índices de hombres maltratados son cada vez más altos.

9- «El matrimonio es para toda la vida, no importa qué»

Si ten enseñaron que el matrimonio se trata de soportar maltratos hasta que la muerte te haga el favor de separarlos, deberías considerar leer algunos buenos libros de autoayuda y buscar apoyo, porque el matrimonio es para disfrutar la vida con alguien que te haga desear vivirla.

10- «Lo que pasa es que a veces se le va la mano con la bebida»

Si conducir ebrio es un agravante del delito, ¿por qué en este caso se podría manejar como una excusa? Hay individualidades orgánicas que nos hacen reaccionar como lo hacemos cuando estamos pasados de copas, no todos reaccionan de forma violenta en esos estados… ¿Por qué él/ella sí?

Ya saben, la solución no está en obligar a la víctima a alejarse del agresor, sino brindarle las herramientas para que sean ellos mismos los que tomen la iniciativa, una de esas herramientas es ayudar a erradicar estas falsas creencias, ¡El trabajo comienza en casa!

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