Los fanáticos de los tragos en Londres suspiran profundamente cuando entran a un bar que abrió recientemente. Su nombre es Alcoholic Architecture y te permite ingresar a una “nube” de tragos compuesta por bebidas alcohólicas y otras sin alcohol en una proporción de tres a uno. Para esto, utiliza potentes humidificadores para saturar el aire, desde donde el alcohol ingresa al torrente sanguíneo, básicamente a través de los pulmones y los ojos. Se recomienda a los clientes “respirar responsablemente”.

Se trata del proyecto de Sam Bompas y Harry Parr, dos amigos que se especializan en exóticas experiencias centradas alrededor de los sabores. Eventos anteriores de Bompas Parr (como se hace llamar el dúo) incluyeron uno en donde los whiskies se consumían del cuerpo de personas que tenían la misma edad que la bebida (en todo caso, eran bebidas de malta de 25 a 39 años).

Sam Bompas y Harry Parr / standard.co.uk
Sam Bompas y Harry Parr / standard.co.uk

En Alcoholic Architecture, los invitados descenderán a través de una serie de pasillos con una iluminación tenue hasta un vestuario estilo monástico, donde se pondrán ropa que evitará que vuelvan a su casa pasados a trago. Luego, deben entrar a un bar parecido a una cripta que parece haber sido tallado en la piedra.

Otra de la gracia de este proyecto, es que los tragos están inspirados en los que preparaban los monjes, entre ellos Cartuja, Benedictino, cerveza Trapense y vino Buckfast fortificado.

“Adentro, el sonido es modulado, para que parezca que uno se encuentra de verdad dentro de un vaso”, dice Parr. “Es una atmósfera densa que se convierte en una tormenta eléctrica con relámpagos. Es una nueva manera de experimentar los tragos, y es social porque es un ambiente de inmersión compartido. Todos comparten la misma sensación de sabor (…) Es como ir a la playa y darse cuenta de que el pescado y las papas fritas saben mejor (que en la ciudad). Parte de esto tiene que ver con que en un entorno humano, nuestra capacidad para percibir el sabor se potencia. Es lo contrario de estar en un avión. El alcohol sabe mejor, con más matices: uno puede detectar sabores más sutiles cuando el ambiente está humidificado”.

Alcoholic Architecture / staticflickr.com
Alcoholic Architecture / staticflickr.com

A los invitados se les asignarán turnos de una hora para que no les dé tiempo a emborracharse con el aire. Parr estima que la atmósfera contiene una unidad de alcohol por hora. La entrada cuesta 10 libras (US$15,60), o 12,50 libras en los horarios más concurridos. Los tragos convencionales del bar costarán 8 libras y los “Shots Sagrados”, 5 libras.

H/T – emol.com