El metabolismo normalmente es asociado con el peso corporal, pero lo cierto es que se trata de un conjunto de reacciones químicas que ocurre en las células del cuerpo. Este proceso, que se desarrolla continuamente en el organismo, es el encargado de transformar la energía que contienen los alimentos que se ingieren en el combustible que pone en funcionamiento a todos los órganos.

Una alteración en la dinámica del metabolismo, que puede verse modificado por factores diversos, es capaz de desencadenar una serie de enfermedades. Esto se puede evitar sosteniendo en el tiempo buenos hábitos alimenticios, un descanso adecuado y una actividad física acorde a la edad.

Metabolismo saludable

Es importante saber que para mantener el metabolismo estable se deben organizar los hábitos alimenticios en base al ciclo circadiano, es decir, el reloj biológico humano que coincide con los estados de sueño y vigilia y que regula las funciones fisiológicas del organismo para que sigan un ciclo regular que se repite cada 24 horas.

Durante el desayuno y el almuerzo el metabolismo está en su máxima expresión, utilizando casi la totalidad de lo que se ingiere como energía y captando todo lo que ingresa para absorberlo. Por eso, es este el momento ideal para consumir alimentos que en otros horarios se deben restringir.

Caso contrario el de la merienda y la cena, cuando el metabolismo está entrando en reposo y absorbe la mayor cantidad de la ingesta incorporándola como reserva grasa. Por este motivo, si durante el desayuno y el almuerzo no se consumen alimentos que el organismo reconoce necesarios para ahorrar como reserva, lo va a hacer en este horario, alterando por tanto el metabolismo.

La gran noticia es que los hábitos diarios pueden marcar una importante diferencia en la calidad de vida.

Los especialistas destacan que los buenos hábitos alimenticios empiezan en la infancia y tienen beneficios a largo plazo, como la reducción del riesgo de presentar sobrepeso y de sufrir enfermedades como la diabetes, las cardiopatías, los accidentes cerebro-vasculares y el cáncer.

Si bien es cierto que la composición de una alimentación equilibrada depende de las necesidades de cada persona, se recomienda incorporar el consumo de frutas, verduras, legumbres, frutos secos y cereales integrales, junto a la reducción del consumo de azúcares, sal y grasas.

 

H/T – DERF