Cada cultura tiene sus propias tradiciones navideñas, pero en el caso de los japoneses es una celebración bastante peculiar.

La verdad es que la Navidad es un concepto nuevo para los japoneses, pues menos del 2% de la población es Cristiana y no una festividad nacional. Sin embargo, y gracias a la globalización, ahora las calles niponas se llenan de luces, los niños abren sus regalos y las familias se reúnen para comer la comida típica de la Navidad: pollo frito de KFC.

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Las familias niponas se toman tan enserio la costumbre que antes de Navidad hacen reservas en el KFC más cercano a su vivienda. La popularidad de la cadena de comida rápida durante las fiestas es tal que, para llevar un balde de pollo frito, hay que reservar con días de anticipación, o resignarse a esperar por horas en una fila.

La peculiar tradición surgió en 1974 gracias a un grupo de extranjeros que estaban buscando pavo para comer en Navidad (una carne que es casi imposible de adquirir en Japón) y tuvieron que conformarse con comer pollo. Los estrategas de KFC vieron esto como una oportunidad y lanzaron una campaña publicitaria que inició el fenómeno: «Kurisumasu ni wa kentakki» (¡Kentucky para Navidad!).

De esa forma, el pollo frito se convirtió en el plato favorito de las fiestas japonesas. Gracias a la fantástica estrategia, en las últimas décadas KFC logró posicionarse como sinónimo de Navidad en Japón.

El secreto del éxito de la Navidad promulgada en Japón, se debe a que no hablan de religión y las familias niponas la pueden adoptar en su cultura. El mensaje es muy sencillo: pasarla bien comiéndo pollo frito

H/T – Vix