Recientes fotografías de la Luna muestran el lugar exacto donde descansa Smart-1, la nave espacial de la primera misión lunar de la Agencia Espacial Europea (ESA) lanzada en 2003.

La nave espacial fue estrellada de forma controlada contra la superficie lunar hace once años y hasta la fecha no se había podido registrar el lugar exacto de su ubicación en la superficie lunar, a pesar de que en ese entonces el Telescopio Canadá-Francia-Hawái captó un destello en el lado oscuro del límite entre la noche y el día en nuestro satélite.

El descubrimiento ha sido presentados en el Congreso Europeo de Ciencia Planetaria (EPSC) celebrado estos días en Riga (Letonia).

La nave, del tamaño de una lavadora y que fue lanzada en 2003, estaba destinada a elaborar mapas topográficos y establecer la composición mineralógica del satélite natural de la Tierra. Al terminar su vida útil, la sonda fue enviada hacia su final.

«Smart-1 tuvo un aterrizaje duro y rebotó a dos kilómetros por segundo en la superficie de la Luna. No había ninguna otra nave espacial en órbita en el momento para recoger un primer plano del impacto, así que encontrar la ubicación precisa se convirtió en un ‘caso sin resolver’ durante más de diez años», señaló Bernard Foing, científico del proyecto Smart-1 en la ESA.

«En esta investigación, utilizamos todos los posibles testigos de la Tierra, hechos observacionales y modelos de computación para identificar el sitio exacto y finalmente hemos encontrado las cicatrices. Los próximos pasos serán enviar a un investigador robótico para examinar los restos del cuerpo de la nave espacial», agregó Foing.

El sitio de impacto fue descubierto por Phil Stooke, de la Universidad de Ontario Occidental (Canadá), utilizando imágenes de alta resolución del Orbitador de Reconocimiento Lunar (LRO) de la NASA. Las imágenes muestran un raspado lineal en la superficie, de unos cuatro metros de ancho y 20 metros de largo, que atraviesa un pequeño cráter preexistente. En el extremo opuesto, débiles líneas parecen salir disparadas hacia el sur.

El profesor Mark Burchell, de la Universidad de Kent, fue el responsable de realizar los experimentos de impacto en su laboratorio. «Es emocionante ver por primera vez las verdaderas cicatrices del impacto de Smart-1 y compararlas con los modelos y las simulaciones de laboratorio», señaló.

H/T – ABC