Los Reyes Magos fueron guiados hasta el recién nacido por la Estrella de Belén, pero para la ciencia se pudo haber tratado por la visión en el cielo de varios planetas juntos.

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El punto es que el debate sobre la auténtica naturaleza de la Estrella de Belén llega cada año por estas fechas. Pues, astrónomos, historiadores y teólogos llevan décadas reflexionando sobre qué fue lo que guió a los Reyes Magos de Oriente hasta el recién nacido, según el relato bíblico.

Pero más allá del milagro y el hecho religioso, la ciencia intenta dar significado a algo que ocurrió hace más de 2.000 años. ¿Fue un cometa lo que marcó el inicio de nuestra era? ¿La explosión de una potente y brillante supernova? Aleks Scholz, de la Facultad de Física y Astronomía de la Universidad de St Andrews (Escocia) y director del Observatorio Universitario, cree quizás debamos sustituir las estrellas por planetas en el arbolito navideño. Ha llegado a la conclusión de que lo que vieron los sabios en el cielo fue en realidad una conjunción planetaria.

En realidad, la Estrella de Belén parece un cometa, con una gran cola fulgurante saliendo de su cabeza. Pero según Scholz, hay muchas razones para apartar esa hipótesis. Por un lado, los cometas no se ven como estrellas, «y estas personas no eran estúpidas», dice el astrónomo. El cometa Halley, el candidato más obvio, apareció en el cielo el año 12 a. C., varios años antes de la fecha de nacimiento plausible de Jesús. Además, los cometas eran vistos como heraldos de la perdición, y la llegada de este niño era un acontecimiento alegre.

Otra teoría postula que la Estrella de Belén era en realidad una nueva estrella en el cielo, una nova o una supernova. Originalmente fue idea del famoso astrónomo Johannes Kepler, «pero lamentablemente no tenemos registros independientes de una supernova brillante en este período. Eso no quiere decir que no sucediera, por supuesto. Hoy observamos estos objetos rutinariamente, pero en ese momento las personas no habrían sabido cómo interpretarlos», dice el investigador.

Así que para Scholz, las explicaciones más verosímiles para la Estrella de Belén involucran múltiples planetas situados cerca: una conjunción planetaria. De hecho, se produjeron varios encuentros extraños entre planetas prominentes en el período de tiempo correcto.

En el año 7 a. C., Júpiter y Saturno se encontraron tres veces. Un año después, se unieron a Marte. Lo que siguió fue una fantástica secuencia de conjunciones entre los años 3 y 2 a. C.: Saturno con Mercurio, Saturno con Venus, Venus con Júpiter y Venus con Mercurio. Después, de nuevo Júpiter con Venus, y esta vez se acercaron tanto que pudieron parecer uno solo para el ojo humano.

Entonces Júpiter se detuvo en la constelación de Virgo, visto desde Jerusalén directamente sobre Belén. El investigador cree que se trata de un espectáculo de planetas con una gran importancia astrológica que ocurre en el momento adecuado, aunque esa última parte aún se debate. «Tal vez deberíamos eliminar las estrellas en forma de cometa de los árboles de Navidad y reemplazarlas por planetas triples», propone.

H/T – ABC