Un grupo de científicos estudia el canto y las heces de las ballenas en el Mar de Ross con la esperanza de desvelar más secretos sobre la Antártida.

Declarado zona protegida desde el año pasado, este espacio marítimo de unos 1,55 millones de kilómetros cuadrados alberga un tercio de la población mundial de pingüinos adelaida, un cuarto de la de los pingüinos emperador, además de petreles antárticos, focas de Wedell y merluzas negras.

En la expedición, que cada dos años organiza el Instituto de Investigación Acuática y Atmosférica (NIWA) y la Universidad de Auckland, participan 23 científicos, entre ellos dos españoles, un chileno y una argentina.

Uno de los estudios previstos consistirá en la recolección a mano con una pequeña red de las heces de las ballenas para analizar cómo estas afectan al ecosistema antártico. «Se hace para estudiar los isótopos estables en las muestras y aprender de qué niveles tróficos (conjunto de organismos de un ecosistema) se alimentan», explicó el chileno Pablo Escobar, científico de NIWA, antes de iniciar la expedición que recorrerá 7.800 kilómetros..

El proyecto parte de estudios preliminares que sugieren que el plancton depende de estos excrementos como fuente de hierro. «Muchos animales que consumen zooplancton y fitoplancton transfieren la energía a las ballenas, los pingüinos, las focas y las aves. Todo está conectado y por eso debemos entender más sobre estos ecosistemas», señaló el experto.

Otro grupo de científicos utilizará boyas con hidrófonos para captar el sonido que producen las ballenas, especialmente en invierno, cuando el hielo impide el acceso a la zona. «Las ballenas usan los sonidos para comunicarse entre ellas y buscar comida. Nos ayudará a identificar a las especies», agregó Escobar, al explicar que no todos los cetáceos se desplazan durante el invierno hacia el norte en busca de calor.

 

Los científicos también hurgarán en las profundidades del fondo marino, donde intentarán captar imágenes y sonidos de las especies que habitan esta remota y salvaje zona del planeta.

«Siempre se descubren especies nuevas», dijo Escobar, que insistió en la importancia de conocer la fauna de las profundidades marinas «antes de que se extingan y nunca las lleguemos a ver».

Los efectos del cambio climático también serán materia de estudio a través de la observación del intercambio del CO2 entre la atmósfera y el océano.

H/T – Informe21