Recordamos el evento Carrington. ¿Y si ocurriera hoy una tormenta solar de estas características?, ¿Qué pasaría con la Tierra?, sigue leyendo para descubrirlo.

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Es una curiosa ironía que la peor tormenta solar de la historia registrada tuviese lugar en la Tierra en un momento en que la civilización humana aún no era especialmente vulnerable a la ineludible furia geomagnética del Sol (afortunadamente para nosotros).

El evento Carrington -también conocido como la tormenta solar de 1859- significó una enorme eyección de masa coronal solar desatada en la magnetosfera protectora de la Tierra, produciendo una tormenta geomagnética épica de la que la humanidad nunca antes había sido testigo.

Cuando un aluvión de partículas cargadas colisionó con el campo magnético de la Tierra, auroras intensas iluminaron los cielos de todo el mundo, pero con fuertes corrientes eléctricas que se extendieron por todo el planeta, por lo que las repercusiones fueron mucho más allá un colorido espectáculo visual.

Los sistemas de telégrafos que cubrían Europa y América del Norte disminuyeron, ya que salieron chispas de los equipos, dando descargas eléctricas a sus operadores humanos e incluso provocando incendios.

En otras palabras, fue un caos tecnológico. Sin embargo, desde la perspectiva de 2018, en lo que respecta a los apocalipsis tecnológicos, nos resulta bastante pintoresco todo esto.

Pero, ¿y si una tormenta solar de escala similar golpeara los sistemas tecnológicos dominantes de la Tierra en este momento? ¿Qué pasaría?

Nadie sabe con certeza cómo sería el escenario más negativo, pero teniendo en cuenta lo dependientes que somos de las superestructuras tecnológicas y electrónicas en comparación con los artefactos primitivos y relativamente exiguos de 1859, está claro que no sería nada fácil.

Quizá nuestra pista más relevante radique en algunos sucesos extraños que tuvieron lugar en el mes de marzo de 1989. Por aquel entonces, una tormenta solar severa pero no del tipo Carrington, golpeó la Tierra. Una vez más, aparecieron hermosas e intensas auroras y algunos pensaron que se trataba del comienzo de una Tercera Guerra Mundial. Sin embargo, no fue un ataque nuclear el que interrumpió las señales de radio y los sistemas de comunicación por satélite, sino el flujo de partículas cargadas al quedar atrapadas en las líneas del campo magnético de la Tierra.

Los resultados más extremos de la tormenta solar se sintieron en Quebec (Canadá), donde la red eléctrica se desconectó, lo que significa que unas 6 millones de personas se vieron inmediatamente privadas de electricidad. Para muchos, la interrupción duró apenas unas horas, pero para otros fueron días.

Así, una tormenta solar suficientemente potente como para destruir los sistemas eléctricos y de comunicaciones en la Tierra durante días, meses o incluso años, dejaría fuera de juego las redes eléctricas, los satélites, GPS, internet, teléfonos, sistemas de transporte, bancos… Al desconectarse -tal vez- el mundo entero, en apenas unas horas caería la oscuridad tecnológica total.

Aunque parece sacado de una película o serie de desastres como Revolution, no se trata de ficción.

En el mejor de los casos, una gran tormenta geomagnética solo podría ocasionar interrupciones limitadas en las comunicaciones. Pero como ha demostrado la historia, incluso esa interferencia a pequeña escala podría tener consecuencias devastadoras.

«No son solo las luces las que se apagarían. Son cuentas bancarias que desaparecen… Si piensas qué pasaría si la bolsa de valores se desconectara durante una semana o un mes o si las comunicaciones cayeran durante una semana o un mes, rápidamente llegarás a un punto donde esta podría ser una de las amenazas más importantes a las que se enfrenta el mundo, sin excepción», explica Francis O’Sullivan, director de investigación de la Iniciativa de Energía del MIT.

H/T – MuyInteresante