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Los cúmulos abiertos son colecciones de estrellas que nacieron a la vez y se mueven juntas, ligadas por la gravedad. Por sus características, constituyen laboratorios naturales para estudiar la física y la vida de las estrellas. Cuantas más estrellas contiene, más útil resulta, porque proporciona una muestra más grande y da la oportunidad de encontrar estrellas en las fases evolutivas menos frecuentes.

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Por este motivo, los astrónomos han estado buscando los cúmulos más masivos de nuestra galaxia, los que contienen más de diez mil estrellas. Hasta hace unos veinte años se creía que solamente se formaban en galaxias lejanas con propiedades exóticas, pero gracias a estas búsquedas, hoy en día se conocen una docena de cúmulos masivos muy jóvenes (menos de 25 millones de años) y unos pocos cúmulos muy viejos (con edades de miles de millones de años) que descienden de objetos similares. Sin embargo, apenas hay ningún cúmulo masivo conocido con edad intermedia, y no se sabe si se debe a que no existen o a que no se ha sabido encontrarlos.

El nuevo cúmulo, que han bautizado Valparaíso 1, se encuentra a unos siete mil años luz del Sol y contiene al menos unas quince mil estrellas. Su inesperado descubrimiento, en una zona del cielo bien estudiada, sugiere que muchos otros cúmulos masivos pueden esconderse en los densísimos campos estelares que los investigadores observan cuando miran hacia el centro de nuestra galaxia.

“Valparaíso 1 contiene docenas de estrellas suficientemente brillantes como para ser observables con un telescopio de aficionado, pero se encuentran perdidas en medio de una multitud de estrellas que no pertenecen al cúmulo, sino que están delante o detrás de él, pero que camuflan la estructura del cúmulo”, explica el investigador de la Universidad de Alicante y autor principal del estudio, Ignacio Negueruela.

“Las búsquedas que se han hecho en el pasado intentaban localizar cúmulos abiertos, pero Valparaíso 1 no tiene el aspecto de racimo de estrellas que habitualmente presentan este tipo de estructuras. Por eso no ha sido posible identificarlo antes”, precisa Ricardo Dorda, investigador del IAC y coautor del estudio.

El cúmulo se ha podido detectar gracias al satélite Gaia de la Agencia Espacial Europea (ESA), un telescopio espacial que proporciona posiciones y distancias extremadamente precisas para estrellas lejanas y, con ellas, puede medir con eficacia los diminutos movimientos que las estrellas describen a lo largo de los años sobre el cielo. Combinando toda esta información, es posible encontrar los cúmulos como agrupaciones de estrellas que están a la misma distancia y se mueven juntas, racimos de estrellas que se ven no en el cielo real, sino en el espacio matemático. Una vez que los astrofísicos localizaron este grupo, usaron telescopios en el Observatorio de Las Campanas (en Chile) y el Telescopio Isaac Newton (INT), del Observatorio del Roque de los Muchachos (Garafía, La Palma) para caracterizar sus estrellas y derivar sus propiedades.

H/T – >Dicyt