A una reportera se le ocurrió que podía hacer el reto de tener sexo todos los días durante un mes. A su jefa le encantó, así que se puso a ello. Narra lo que hizo con su novio todas las noches de un mes.

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Un día a una reportera de ‘Cosmopolitan’ se le ocurrió que podía hacer un reto que consistía en tener relaciones íntimas todos los días durante un mes. Así que a ella se le encendió la bombilla: ¿por qué no lo pruebo yo? Sin pensarlo mucho, corrió a contarle su brillante idea a su editora. A ésta le encantó. A Paisley Gilmour, no tanto.

De pronto se dio cuenta de que había convertido su afición… ¡en un trabajo! Y además de forma literal. «Mierda, ¡voy a fallar!», se decía a sí misma, arrepentida. Su jefa le dijo que no se preocupase en exceso: «Está bien si algún día no cumples; se trata más de la experiencia».

El reto consistía en tener relaciones sexuales todos los días durante 30 días, pero no valía cualquier tipo de encuentro: estaba marcado en el calendario en qué debía consistir la fiesta nocturna. Tanto ella como su pareja tenía dos días de «veto», esto es, dos días en los que podían decidir cambiar el plan que tocaba por otro.

Hicieron de todo: se masturbaron uno frente al otro, usaron juguetes sexuales, vieron porno juntos, tuvieron sexo sin penetración…

¿Cuál era el objetivo del reto? En teoría, «animarla a salir de su zona de confort y probar algo nuevo». Algo que, bueno, tampoco entusiasmaba a Paisley: «No voy a mentir, no sentía que mi zona de confort necesitara ‘empujar hacia fuera’, pero esperaba que dedicar tiempo para tener sexo todos los días nos iba a animar».

Antes de comenzar tuvo el consentimiento de su novio, obviamente. Un ser humano llamado Joe. No le costó mucho convencerle, reconoce.

En cuanto al reto como tal, el primer día tenían que mantener relaciones sexuales en un momento que no fuese antes de acostarse. Lo hicieron antes del trabajo, así que misión conseguida. El segundo día, tenían que probar una nueva posición sexual, algo que fue «un poco incómodo» ya que el primero «requirió de planificación» (tuvieron que madrugar más para tener tiempo, etc.). Esta vez no lo consiguieron: ella llegó tarde a casa del trabajo, se duchó, cenó… y se quedó dormida en el sofá.

El tercer día tenían que tener dos relaciones sexuales. Era viernes. Tampoco lo hicieron: cambiaron el plan por hamburguesas y peli. Al siguiente día el calendario marcaba que debían leer erótica juntos: «Era sábado y estaba trabajando por la mañana en casa. Hicimos un desayuno gigante y volvimos a la cama». Aunque no leyeron erótica, propiamente dicha, debatieron acerca de las cosas sexuales que querían probar, así que compramos pulpo como animal de compañía.

El quinto día habían de tener sexo en la ducha. ¡Lo hicieron! Fallaron, en cambio, en el sexto y el séptimo, que consistían en un masaje corporal completo y sexo oral.

En los días siguientes hubo de todo: se masturbaron uno frente al otro, usaron juguetes sexuales, vieron porno juntos, tuvieron sexo sin penetración, compartieron fantasías, fueron a una tienda erótica, se metieron mano durante una cena. Hay días que no cumplieron, como cuando tocaba hacerlo lento o dominar a la pareja.

¿Aprendió algo?

«Me da vergüenza decir que solo aprobé 14 de 30, pero sinceramente creo que este desafío es una absoluta basura. Te hace sentir fracasado, porque, a menos que tengas 30 días perfectos en los que no sangras, no te sientes estresado o ansioso, en los que estás de vacaciones, tengas planes guais… es imposible de cumplir».

Pasar es bueno, porque se trata de invertir en tu vida sexual y hacer lo que disfrutas, ya sea una vez a la semana o todos los días

Aunque tener todo planificado puede funcionar para algunas personas, para otras muchas, no. Y algunos días, en pocas palabras, el horno no está para bollos.

No obstante, una cosa sí que aprendió: «Sobre todo, me di cuenta de que no pasar es bueno, porque en última instancia se trata de invertir en tu vida sexual y hacer lo que realmente disfrutas, ya sea una vez a la semana o todos los días».

H/T – Elconfidencial