Además de tener una buena genética, que sin duda la ayudó en su época de modelo, el rostro de Melania Trump ha sufrido ciertas mejoras para que el paso del tiempo sea casi imperceptible.

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La verdad es que el rostro de la futura primera dama parece varios años más joven que sus 46 de edad. De origen esloveno, Melania tiene un físico envidiable, que según ha contado se debe a la genética.

Además del color de su cabello, en estas imágenes (entre las que han pasado 13 años) podemos ver que también hay ciertos retoques estéticos. El más visible es su nariz, ligeramente más estilizada en la actualidad.

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Pero aparentemente no es el único cambio, según explica el doctor Fabio Vieira «la primera dama presenta una piel mucho más nutrida y engrosada que hace unos años. Su piel luce más brillante y con mayor vitalidad, sin signos de flacidez ni pequeñas arrugas». Algo complicado a partir de los 40.

«Melania se ha sometido a tratamientos de vitaminas, de ácido hialurónico y/o skinboosters, muy de moda entre las actrices de Hollywood para luchar contra el descolgamiento facial», señala el doctor.

El especialista afirma que también ha recurrido al botox. «Si analizamos el tercio superior de su cara vemos que extrañamente no tiene apenas arrugas, sí que mantiene la expresión facial pero no corresponde con la frente, entrecejo y patas de gallo de alguien que tenga 46 años y que nunca se haya sometido a ningún tratamiento de medicina estética. Así que teniendo en cuenta que el tercio superior de la cara se trata con toxina botulínica podemos afirmar, casi al 100%, que en algún momento la primera dama se ha sometido a alguna sesión», agrega Vieira.

Al cumplir años, los pómulos pierden definición y volumen, dando lugar a un rostro más vacío donde se acentúan los surcos nasogenianos. En Melania, según el doctor Vieira, «observamos todo lo contrario, tiene una cara más fresca, más radiante, con un volumen de pómulos adecuado y sin apenas evidencia de surcos ni arrugas».

El doctor cree que también se ha sometido a una operación de pecho, «porque luce un escote más voluminoso y firme que años atrás».

Lo que es indudable, es que la esposa de Donald Trump luce muy bien a sus 46 años.

H/T – MujerHoy