El paso inevitable hacia la muerte despierta la curiosidad de más de uno, así que una fotógrafa danesa, Cathine Ertmann muestra el proceso que viven los muertos desde su deceso hasta su entierro.

Mientras se reserva las identidades, Ertmann graba las etapas de la muerte, incluyendo las autopsias y los crematorios con gran detalle; de esta forma, la fotógrafa levanta el velo que mantiene en secreto todo lo que rodea al proceso póstumo, logrando un equilibrio entre lo gráfico y la calma.

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Tras el trabajo de Ertmann, observa similitudes entre nuestra estancia en el vientre materno y nuestra vida, y la transición de la muerte al adiós definitivo; ambas marcadas por la incertidumbre.

En sus sesiones fotográficas fue testigo de cuerpos en descomposición y relata una serie de hechos que proporcionan pequeños momentos de alivio de la ansiedad que invade la percepción de muerte en la actualidad.

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Pues, según la fotógrafa, este miedo a la muerte invade la vida cotidiana y se refleja, por ejemplo, en una obsesión cultural por la juventud y la belleza.

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Para ella, las fases de la muerte como confrontación y reconciliación permiten reconocer el valor de nuestra vida. Así que bajo su lente, la vida humana se condensa en fragmentos.

La única certeza posible en la vida es que un día moriremos, pero también es la mayor incertidumbre que experimentamos porque nadie puede decir qué pasa después de perecer. Tal vez, por eso es que resulta tan difícil hablar de este tema y, probablemente, por eso también se esconde, entre líneas en cuartos inaccesibles que sólo pueden ser visitados por especialistas que recorren un frío pasillo.

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Entonces, ¿Qué pasaría si los viéramos en ojos propios? ¿Si tuviéramos una foto que retrate lo que creemos conocer? El cuerpo es perecedero, puede ser roto en pedazos, se vuelve rígido y frío, se pudre, y al final, es sólo el recipiente que habitamos mientras estamos vivos.

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Cathine relata que el rigor muscular comienza entre cuatro y veinte horas después de la muerte, comienza en el cuello y hace imposible el movimiento de las extremidades; cuando alcanza el cuero cabelludo puede hacer que el pelo del cadáver se levante como carne de gallina.

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En cuanto al crematorio, toma aproximadamente una hora y media en transformar el cuerpo en cenizas y si hay fragmentos de huesos son aplastados y las cenizas se ponen en una urna.

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Respecto al cuerpo, hay manchas azules y rojizas. Estos hematomas son signos reveladores de que las células se han detenido y la sangre se ha apresurado a los puntos más bajos en el cuerpo.

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En relación a la autopsia, el cuerpo se abre desde el hueso púbico hasta la garganta; todos los órganos en el pecho y la cavidad abdominal se quitan y son examinados después de que se realice el corto, mientras que el cerebro es removido del cráneo para ser examinado.

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Después de todo esto, es el momento en la capilla, donde familia y amigos se despiden de la persona en el ataúd.

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H/T – Cultura Colectiva