Cuando somos padres nos hace sentir muy seguros colocar a nuestros hijos en manos de maestros dedicados y apasionados de su profesión; sin embargo, esto no significa que debamos dejar de participar de forma activa en este aspecto de sus vidas.

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Y precisamente es esto lo que recuerda una maestra, que comparte con una sencilla, pero contundente imagen, que no debemos dejar de estar involucrados en las vidas de nuestros hijos.

Amie Diprima Brown tiene 15 años trabajando como maestra en Georgia, Estados Unidos. Desde su primer año, ha hecho una petición a los padres: escribir una carta especial, en la que le cuenten todo acerca de sus hijos en un millón de palabras o menos. Todo esto para que ella pueda conocer mejor a sus alumnos y así saber lo que ocurre en sus vidas para poder ayudarles.

Sin embargo, ella notó algo distinto este año escolar: el número de cartas que enviaron los padres se había reducido considerablemente, comparada con las que recibió en su primer año trabajando como maestra. Así que utilizando una fotografía en donde comparaba la cantidad de cartas, decidió compartir una reflexión en su cuenta de Facebook.

Y aunque el mensaje de Amie surge a raíz del tiroteo que ocurrió en una escuela de Florida en días pasados, su mensaje es uno que bien nos sirve a todos los padres, para recordarnos la importancia de estar atentos y mantenernos presentes en la vida de nuestros hijos.

Ella inicia su mensaje comentando que comparte una perspectiva distinta a todas esas preguntas acerca de por qué ocurren los tiroteos en escuelas y cómo pueden hacer algo para cambiarlo. Entonces explica lo de la «carta especial» que pide a los padres de sus alumnos:

«Les explico que quiero aprender acerca de las esperanzas, sueños, miedos, desafíos y más cosas sobre sus hijos, y hago una broma diciéndoles que se limiten a hacerlo en menos de un millón de palabras, porque sé que todos podemos hablar de nuestros hijos por siempre.

Les comento que no voy a evaluar las cartas, revisar su escritura y que no me importa si la envían con sus hijos, me las envían por correo electrónico o las dejan en la oficina de la escuela.

Estas cartas han sido tan beneficiosas para mí como maestra al ayudarme a conocer a mis alumnos en un nivel personal. He aprendido sobre desórdenes alimenticios, convulsiones, problemas de celos entre gemelos, depresión, adopción, abuso… solo por nombrar algunas cosas. Estas cartas me dan un gran inicio para poder conocer realmente a mis estudiantes».

Pero estas cartas, además de ayudarle a conocer mejor a sus alumnos desde el inicio y así poder ayudarles mejor, han sido un apoyo cuando ha notado cambios repentinos en el comportamiento de ellos o cuando ocurre algún suceso importante. Recientemente, dos de sus alumnos perdieron a su madre de manera inesperada, así que buscó la carta que ella había escrito para cada uno de ellos, para dárselos y que ellos pudieran darse cuenta de cuánto ella los amaba y adoraba.

Y fue ahí, cuando estaba revisando las cartas, cuando notó algo importante que le impresionó. Sabía que cada año eran menos los padres que le enviaban la carta, pero al comparar el primer año con el último, la diferencia era enorme: de un 98% de padres que enviaron la carta, este año solo lo hizo el 22%. Ni siquiera la cuarta parte de los padres de sus alumnos.

Se dio cuenta además de algo que había ocurrido de forma similar: cada vez eran menos los alumnos que hacían sus deberes. Aunque la diferencia no resultaba tan drástica como con las cartas, este año alrededor del 67% cumplía con entregar los deberes, cuando el primer año lo hacía en 98%. Para ella, ambas situaciones eran un claro ejemplo de que los padres no estaban lo suficientemente atentos a la vida escolar de sus hijos.

«Con todas las otras responsabilidades de nuestra profesión, ¿cómo se supone que debemos conocer a nuestros estudiantes para poder identificar a los que tienen la mentalidad y la disposición de convertirse en posibles atacantes si los padres no están en el proceso académico? ¿Cómo se supone que vamos a educarles cuando sus padres no les piden, esperan y demandan a sus hijos que cumplan con sus deberes?

No esperen a que su hijo ser al tirador en una escuela para hacernos saber que su hijo está teniendo problemas de salud mental. No esperen a que su hijo no sea apto para los deportes o no esperen al día previo a la entrega de calificaciones para preguntarle al maestro por qué su hijo está fallando en la escuela.

Sean padres. Involúcrense en la vida de sus hijos para que puedan ayudarles cuando tengan problemas con amigos, con posibles pensamientos suicidas y con los problemas académicos. Les prometo, si los padres pasaran más tiempo con sus hijos y se involucraran en sus vidas, veríamos una mejoría drástica en nuestras escuelas y nuestra sociedad.

Como padre, nuestro trabajo es educar a los humanos más increíbles que se pueda. Es el trabajo más importante del mundo. La educación y estabilidad emocional que un padre provee no tiene precio».

La publicación de Amie ha sido compartida más de 90.000 veces y ha recibido miles de comentarios. La mayoría de las personas coincide con ella en el sentido de que como padres debemos estar más presentes en la vida de nuestros hijos, tanto en casa como en la escuela.

Hay algo importante que mencionan en uno de los comentarios, y es que los tiempos han cambiado y ahora es más común que ambos padres trabajen y por lo tanto, no haya tanto tiempo «libre» para estar con los hijos. Sin embargo, debemos buscar la manera de estar siempre presentes.

Pequeñas cosas como hablar con los maestros o enviarles un mensaje, así como dedicar un tiempo cada tarde para preguntarle a nuestros hijos acerca de sus días, son algunas de las acciones que podemos hacer para mantenernos presentes. Si podemos y tenemos oportunidad de ir más allá de esto y participar de manera más activa, involucrada y presente, sería lo ideal, y definitivamente puede marcar la diferencia en el estado emocional de nuestros hijos.

H/T – Bebesymas