El profesional relató que viajó al infierno durante una operación de cáncer de próstata, una historia que muchos creen, pero otros no, a ver qué dices tú.

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Dicen que hay cosas que hay que vivirlas para después creerlas, así mismo, muchos afirman que sólo con las experiencias propias aceptan ciertas consideraciones de dudosa reputación. Y quizá esto fue lo que le pasó a Rajiv Parti, un anestesiólogo nacido en la India de 59 años de edad que jamás creyó en las historias que muchos de sus pacientes le contaban en sus años de profesión, referentes al infierno, el cielo, la famosa luz al final del túnel, entre otras.

Sin embargo, Parti jamás imaginaría que un día, él tuviera que contar que vivió una experiencia con ciertas similitudes, pues asegura que visitó el mismísimo infierno.

Resulta que un día debió ser ingresado en un hospital para ser tratado con urgencia de un cáncer de próstata, un mal superable, que sin embargo no sería lo más comentado luego de pasar por el quirófano, debido a que lo que pasó durante la operación cambió su vida para siempre.

“Sentí que me dirigía hacia arriba, como si estuviera subido en un ascensor. Era el mismo sentimiento que se tiene en la boca del estómago cuando se sube vertiginosamente hasta el 20º piso de un rascacielos” explica detalladamente al inicio de su experiencia.

Pero lo que sigue es aún más aterrador, ya que afirma haberlo visto todo en detalle: médicos en el quirófano que gastaron un chiste, su abdomen abierto con incisiones e incluso a su madre y a su hermana a miles de kilómetros del hospital, en la casa donde pasó su infancia. Y en un determinado momento, según contó, “todo se quedó a oscuras”.

Fue allí cuando Rajiv claramente escuchó “gritos desgarradores de dolor y sufrimiento” y se sintió arrastrado hacia el borde de lo que describió como “un cañón en llamas que desprendía humo y un olor nauseabundo a carne ardiendo. Sabía que estaba al borde del infierno”, recuerda el médico anestesista, que en aquellos momentos distinguió claramente una voz que le constató de manera telepática que había llevado “una vida materialista y egoísta”.

Rodeado de humo y de gritos, pensó en lo insignificante que eran las posesiones que había acumulado durante su existencia desahogada y perniciosa en su habitual labor por lo que inmediatamente se encomendó al rezo, como una manera de redención.

Al pedir a Dios una segunda oportunidad, vio a su difunto padre que lo llevó hacia un túnel donde lo saludaron sus antepasados, entre los que reconoció a su abuelo, quien le dijo que la cosa más importante era el amor. Parti sintió todas las cosas buenas que le habían pasado durante sus años de niño y claramente captó otro mensaje, nuevamente telepático: “Los momentos simples son los que más importan en la vida”, recuerda en su artículo el anestesista, que pronto decidiría cambiar totalmente de modo de vida.

Redimido, al final del túnel, recordó que lo saludaron los arcángeles Miguel y Rafael, quienes lo llevaron hacia una luz deslumbrante. “Rafael explicó que en el nivel más alto estás rodeado de una poderosa energía que consiste de amor puro e inteligencia, la base subyacente de todo en el universo”, recuerda Parti. Arriba, el médico indio afirma que vio “un ser de luz, una forma en azul plateado” que le comunicó que tenía que mirar hacia su vida una vez más y reflexionar sobre los cambios que debía realizar (luego de este paso en falso).

Al recobrar la consciencia y “regresar” al quirófano se dio cuenta de que la operación había concluido.

Y adivina qué, los médicos que realizaron la operación no le creyeron sobre su viaje al más allá, pero a Parti poco le importó. Recuperado de la operación, decidió cambiar de estilo de vida. Así, se desprendió de los caros automóviles que poseía y cambió su mansión por una casa menos grande. Dejó su oficio de anestesiólogo y estableció otro negocio para curar a la gente a través de la meditación y prácticas alternativas.

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H/T – Cronica