El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa que aparece con más frecuencia. Al padecerla, la persona comienza a experimentar cambios en la memoria, la capacidad cognitiva y el comportamiento habitual.

Lo común es que estos síntomas empeoren a medida que la patología evoluciona e, incluso, aparecen otros nuevos. Por ejemplo, alteraciones en el lenguaje (siendo la afasia la manifestación más grave), irritabilidad, etc. Las fases iniciales de la enfermedad a menudo pasan desapercibidas, por lo que su diagnóstico usualmente es tardío.

Es una enfermedad que se presenta con más frecuencia en mujeres y que debuta en la sexta o séptima década de la vida. A medida que avanza la patología, el paciente pasa de estar ralentizado a perder conciencia sobre su entorno y sobre si mismo.

El margen de pérdida de las funciones cognitivas es mayor cuanto más alto sea el coeficiente intelectual de la persona antes de enfermar. Además, cuanto más joven sea el paciente, más rápido avanza la enfermedad.

Actualmente se desconocen las causas que llevan a la presencia de este problema. Sin embargo, se han identificado alteraciones en la estructura del cerebro como la formación de placas seniles, ovillos de neurofibrillas y degeneración granulovascular.

También se han identificado ciertos factores de riesgo que aumentan el riesgo a desarrollar este trastorno. Entre los más importantes podemos citar la herencia genética, la edad y hábitos insalubres como el consumo de tabaco y de alcohol.

Dentro del tratamiento podemos diferenciar distintos remedios como el uso de medicamentos o de sesiones terapéuticas. Asimismo, se ha descubierto recientemente que un implante cerebral también puede combatir a este tipo de trastornos.

Se trata de un procedimiento o una intervención quirúrgica en la cual se implanta un reducido neuroestimulador en el cerebro del paciente. Normalmente se intenta aplicar este tratamiento en las primeras etapas de la enfermedad, cuando ha demostrado más efectividad.

Este aparato puede aparecer en forma de chip y es capaz de imitar el funcionamiento cotidiano del sistema nervioso afectado por la patología. También podemos encontrar la colocación de finos cables en el encéfalo para simular las conexiones perdidas.

De esta manera se estimulan otras capacidades que se deterioran con la evolución de la patología.

H/T – MejorconSalud