Tenemos una idea de lo que un Hospital Psiquiátrico podría ser, un lugar espeluznante lleno de maniacos y locos, gritos y gente extraña, todas concepciones que los medios de comunicación y en especial las películas inculcado esta idea desde siempre, mostrándonos los psiquiátricos como si fueran el último lugar en la tierra donde quisieras estar, entre maltratos y abusos por parte de los mismos pacientes o sus cuidadores.

Afortunadamente  existen instalaciones que son dignas para el cuidado óptimo de sus habitantes.

Sin embargo para el lamento de los pacientes existen lugares que parecen sacados de una película, imágenes que estamos tan acostumbrados a ver en nuestros televisores que al verlas en vivo y directo te causan una sensación de soledad y tristeza.

Este lugar tiene poco más de 100 años desde que fue inaugurado, y una vez cruzado el umbral de lo que son las rejas de acceso, te adentras y trasladas a otra época; altas estructuras donde la pintura desconchada de las paredes, el opaco color de los pisos, los interminables pasillos con salones que en algún tiempo atrás fueron empleados para una gran cantidad de actividades para el mejoramiento de los pacientes, y sin embargo, hoy en día son usados como depósito de artículos sin uso en donde el polvo y los años hacen estragos.

Dentro de esta gigantesca estructura retumban en las paredes el eco de voces que van y vienen desde lejos ofreciendo una sensación de pesadez; entre tantos pasillos y plazas que en algún momento fueron áreas verdes y llenas de vida, se encuentran las habitaciones, puertas hacia otro mundo, pequeños y oscuros espacios donde escuchas el eco de viejas quejas y gritos retumbando de pared en pared hasta llegar a tus oídos como voces sin ser realmente escuchadas.

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Fotografías por Fabiola Rojas