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Científicos esperan percibir en el planeta rojo, Marte, bioseñales «fácilmente accesibles» como las que han registrado en el lugar más seco de la Tierra: el desierto de Atacama.

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Un paisaje tan inhóspito para los seres vivos como el desierto de Atacama, el lugar más seco de la Tierra, situado en Chile, alberga diversidad de microorganismos. Esta vida, que cuenta con al menos 30 especies de bacterias y arqueas (microorganismos unicelulares sin núcleo), se esconde en el subsuelo, en una capa de arcilla húmeda.

Tanto la comunidad microbiana, como la presencia de agua a una profundidad de solo 30 centímetros pasaron desapercibidas para la ciencia hasta un reciente estudio internacional liderado por el Centro de Astrobiología CSIC-INTA, con sede en Madrid. El foco de esta investigación estaba en otro planeta, Marte, mientras que el nuevo conocimiento sobre el Atacama sirve a los autores para buscar pistas sobre posibles vestigios de vida en el planeta rojo.

El agua líquida es un requisito fundamental para la existencia de vida, tanto en la Tierra como en Marte, donde hubo este recurso y se dieron las condiciones para que se desarrollara al menos la vida microbiana.

En el desierto chileno se ha descubierto que su capa de arcillas húmedas está «térmica e hídricamente aislada de la superficie», lo que mantiene una temperatura constante de 17 °C y una tasa fija de actividad del agua. El hábitat de estos microbios del Atacama evita así las condiciones hiperáridas y la intensa radiación ultravioleta que predomina en la superficie, donde la temperatura media oscila entre los 0 °C y 54 °C a lo largo del día.

Este descubrimiento terrestre «sugiere que algo similar pudo ocurrir hace miles de millones de años o todavía puede estar ocurriendo en Marte», afirmó el investigador Alberto G. Fairén, de la Universidad de Cornell (EE.UU.), cuyas palabras recoge un comunicado universitario. No obstante, en el mencionado centro científico español califican de poco probable que la superficie marciana sea habitable en la actualidad, debido a su extrema aridez, entre otros factores ambientales.

El rover Curiosity de la NASA que explora la superficie del planeta rojo y también las próximas misiones Perseverance (NASA) y Rosalind Franklin (ESA) tienen el objetivo de estudiar en particular las regiones ricas en arcillas, por su capacidad de preservar bioseñales. En este sentido ha sido muy importante el completo análisis de las bioseñales provenientes de las arcillas del Atacama, además de la identificación de microorganismos vivos.

En opinión de Fairén, esta «colección de bioseñales» que el equipo ha identificado en el subsuelo desértico, sugiere «que depósitos similares de arcilla poco profunda en Marte podrían contener bioseñales fácilmente accesibles por los rovers y landers actuales».

El artículo científico que resume este estudio ha sido publicado el 5 de noviembre en la revista Scientific Reports.

H/T – Actualidad