En este particular pueblo, la muerte es la parte más importante de la vida, de hecho, tienen una práctica al respecto algo bastante extraño.

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El cadáver de Lai Lamba Matandung pasó cuatro años en su casa, donde era tratada como si no hubiese fallecido, antes de ser enterrada en una cueva de acuerdo a las tradiciones funerarias de la etnia toraja en Indonesia.

Resulta que cuando la anciana murió en 2012 fue embalsamada y sus familiares siguieron hablando con ella y trayéndole alimentos diariamente, además, reunían el dinero suficiente para honrarla en un funeral que demostrara el estatus social de la familia.

Esta práctica es común entre esta minoría, que vive en la región Tina Toraja en el interior de la central isla de Sulawesi, donde las tradiciones animistas “Aluk To Dolo”, permanecen pese la llegada del cristianismo, el islam y el hinduismo.

Hasta las fechas de los funerales, Lai Lamba fue considerada una “to makula”, que se traduce en “persona enferma” por sus familiares y vecinos en el pueblo de Barana, en el sur de la isla.

Familiares procedentes otras partes del archipiélago indonesio, Malasia y Singapur asisten a los ritos funerarios, los cuales se prolongan durante casi dos semanas e incluyen peleas de búfalos, procesiones funerarias y sacrificio de búfalos y cerdos.

«En esta zona, cerca del 90 por ciento de nuestra vida gira en torno a la muerte, este año es el funeral, el siguiente la familia se reúne para cambiar la ropa del difunto y limpiar la cueva», cuenta el traductor toraja Daud Manggalatunt.

De esta forma, los funerales demuestran el estatus familiar tanto a nivel colectivo como individualmente, debido a que el número de búfalos que los hijos del difunto aportan determina también la cantidad de tierra que reciben en la herencia.

«He comprado cinco búfalos, llevo ahorrando mucho tiempo», cuenta Subyawanto Salassa, nieto de la «enferma», que ha venido junto a su familia desde la isla indonesia de Batam, cerca de Singapur.

Desde los balcones que rodean la construcción funeraria central, donde yace Lai Lamba, los familiares son espectadores de los saludos y ofrendas que se repiten entre los clanes, en una mezcla vibrante de religiones, edades y trajes tradicionales.

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H/T – Informe21