Laura Mazza es una bloguera de temas relacionados con la maternidad, pero jamás imaginó que esta carta sobre su físico después de dar a luz impactaría tanto en las redes sociales.

La australiana, Laura Mazza, tiene un blog llamado ‘The Mum on the Run’ (Mamá a la carrera), dos hijos pequeños (Luca, de dos años y Sophia, de ocho meses) y muchas cosas que contar.

En sus post habla sobre sus experiencias como madre en todo sentido y aunque sus publicaciones gozan de éxito, ahora se le ha venido una avalancha de “Me gusta” compartidos y aplausos en las redes sociales a raíz de una carta publicada junto a un par de fotos de su cuerpo y la más absoluta sinceridad.

El post lleva por título “El amor te hará engordar”, donde no comenta lo duro que supone ser madre, sino de algo que resulta casi tabú después de dar a luz: reconocer que echas de menos tu antiguo cuerpo.

En una entrevista con ‘Today’, la mujer explicó que durante años ha luchado contra la ansiedad y la depresión y que toma medicación, algo que afecta a su peso, sin embargo expresó: «Pero prefiero ser una buena madre que una persona infeliz y creo que las madres y las mujeres se merecen sentirse bien en su piel y vivir felices», ha contado. «Estar sano es muy distinto en cada persona y debemos recordar seriamente que la salud mental de alguien es tan importante como su salud física».

Aquí te dejamos la reflexión de Mazza completa, de verdad vale la pena leerla, pues es tan impactante y acertado lo que la madre dice que el post ha logrado más de 10.000 reacciones en Facebook y ha sido compartido casi 5.000 veces.

No, esta no es una foto del antes y el después de perder peso. Es la historia de una victoria.

Escribo esto con el corazón. Duele.

A la izquierda: mi cuerpo antes de tener hijos.

No hay estrías ni cicatrices del piercing en el ombligo. Un ombligo bien alto. Un vientre plano. Hasta ese momento, siempre había estado a dieta. Y esta ha sido la mejor dieta que he hecho. Solía ir haciendo fotos de cómo progresaba. Subir esta foto de mí no está mal, es como estar en bikini. Socialmente aceptable.

Me hice fotos según progresaba porque significaba que estaba más cerca de lograr el peso con el que me querría más a mí misma. No comía hidratos de carbono, y apenas verduras. Solamente carne. Pero me encantaba porque estaba perdiendo peso rápido y cuantos más huesos me sobresalieran más me valoraba a mí misma. Al final acabé odiando la carne y sufriendo acidez de estómago. Pero sigo mirando esta foto, esta imagen de mí misma, como si estuviera gorda. No había nada malo en cómo estaba entonces. Mi cuerpo era mío.

Nadie habría dicho nada, me habrían dicho que estaba en forma, saludable. Recuerdo que la gente me preguntaba cuál era mi rutina de ejercicio. Me admiraban. ¡Yo me admiraba! Renové el armario entero. Estaba tan orgullosa… Presumía de mi cuerpo.

En la derecha estoy yo ahora. Estrías. Un ombligo caído. Más gruesa, con menos huesos que sobresalgan, pero más hoyitos de celulitis. La gente no quiere ver esta foto. De repente ya no está bien. Ya no resulta agradable a los ojos de los demás. No es un cuerpo que nadie admire.

Este cuerpo no es el resultado de comer solo carne. Es el resultado de comer de todo. Fruta, verdura, carbohidratos; pasta, arroz, tartas, chocolate… A veces 20 nuggets de pollo. Pescado… No siempre es saludable pero sí el 99% del tiempo. Los nuggets son para cuando estoy cansada, claro…

Las cicatrices y las estrías y la barriguita blandengue existen porque he creado seres humanos. He comido un poco más de tarta, he bebido un poco más de vino. He hecho mug cakes a las nueve de la noche y me he acurrucado en el sofá con mi marido. Pero por alguna razón, no he amado este cuerpo. Es triste.

Este cuerpo no se merecía ropa interior sexy, ni ropa nueva. A veces ni siquiera quería hacerme fotos durante el embarazo porque me avergonzaba de lo grande que estaba. No admiraba este cuerpo.

Sentía que la gente me forzaba a amar mi cuerpo: «Sólo tienes uno…» Bueno, no me importa. Quiero estar flaca. Pero, mierda, cuando lo estaba no era feliz. Y claramente no estaba sana.

Pero ¿sabéis qué? He logrado más con este cuerpo de lo que logré con el anterior. He comido cosas más ricas, he vivido más, he dado más, he disfrutado más. He creado vida. Este cuerpo, ESTE cuerpo, debería ser celebrado y admirado.

Debería admirarme a mí misma. Debería amarme a mí misma.

Ahora lo entiendo. Hay que celebrar todos los cuerpos. Todos los cuerpos y todas las historias que van con ese cuerpo. Por encima de todo, es LA PERSONA la que debe ser celebrada. Los cuerpos saludables deben ser celebrados. Es la salud lo que deberíamos perseguir. Mentes saludables, días saludables y el reflejo que estos generan en nuestro cuerpo: eso es lo que deberíamos admirar.

Todavía quiero estar como en la primera foto, sin duda. Echo de menos ese cuerpo, me hace estar triste. Pero quiero lograrlo de un modo saludable, mental y físicamente. Quiero estar orgullosa y en paz con ese cuerpo. Quiero que me guste lo que tengo ahora.

No: quiero amar lo que tengo ahora.

Da igual la talla que tengas, una 6 o una 60. Te mereces celebrarlo. Ropa interior sexy Y ropa nueva.

Así que ama tu cuerpo, porque la única verdad es que ¡solamente tienes uno! (Al menos en esta vida ?)

Y sí: TODAVÍA es sexy llevar bragas de abuela. ¡Viva!

El amor te hará engordar.

mama-antes-despues

H/T – Huffingtonpost