Científicos han descubierto, a través del primer estudio que cuantifica el fenómeno, que una cantidad asombrosa de virus no sólo circulan alrededor de la atmósfera de la Tierra sino que también caen a la superficie.

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En sí, se trata de virus que son arrastrados desde la superficie de la Tierra hacia la troposfera libre, más allá de los sistemas meteorológicos de la Tierra, pero debajo de la estratosfera, donde vuelan los aviones a reacción.

Los virus pueden recorrer miles de kilómetros antes de ser depositados nuevamente en la superficie de la Tierra, reseña Europa Press.

“Todos los días se depositan más de 800 millones de virus por metro cuadrado sobre la capa límite planetaria, es decir, 25 virus para cada persona en Canadá”, dijo el virólogo de la Universidad de Columbia Británica Curtis Suttle, uno de los principales autores de un artículo en la International Society for Microbial Ecology Journal que describe los hallazgos.

“Aproximadamente hace 20 años comenzamos a encontrar virus genéticamente similares que se dan en entornos muy diferentes en todo el mundo. Esta preponderancia de virus de larga duración que viajan por la atmósfera probablemente explica por qué es bastante concebible tener un virus arrastrado a la atmósfera en un continente y depositado en otro”, agrega Suttle.

Las bacterias y virus son barridos hacia la atmósfera en pequeñas partículas de polvo del suelo y en el rocío del mar.

“Las bacterias y los virus generalmente se depositan de regreso a la Tierra a través de eventos de lluvia e intrusiones de polvo sahariano. Sin embargo, la lluvia fue menos eficiente eliminando virus de la atmósfera”, dijo la ecóloga microbiana y autora Isabel Reche de la Universidad de Granada, España.

Usando plataformas en las montañas de Sierra Nevada, España, los investigadores encontraron que miles de millones de virus y decenas de millones de bacterias se están depositando por metro cuadrado por día. Las tasas de deposición de los virus fueron de nueve a 461 veces mayores que las tasas de las bacterias.

Asimismo, hallaron que la mayoría de los virus llevaban firmas que indicaban que habían sido arrastrados al aire por el rocío del mar. Los virus tienden a engancharse a las partículas orgánicas más pequeñas y ligeras suspendidas en el aire y el gas, lo que significa que pueden permanecer en la atmósfera por más tiempo.

H/T – Cactus24