Científicos han descubierto un luminoso nuevo ingrediente para la vida; la disminución de la velocidad en la formación de estrellas evita que estas esterilicen los sistemas planetarios con su radiación.

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Para que un planeta pueda albergar vida tal y como la conocemos, debe reunir requisitos como la presencia de atmósfera, una capa de ozono, agua líquida o una temperatura adecuada para la habitabilidad. Sin embargo, según un nuevo estudio publicado por investigadores de la Universidad Nacional de Australia en la revista Monthly Notices de la Royal Astronomical Society, existe otro ingrediente esencial que prepara el planeta para acoger a la vida, como un lienzo dispuesto para ser pintado.

Se trata de la luz ultravioleta, que a través de un proceso relacionado con la presión contrarresta la gravedad, disminuyendo la velocidad de formación de estrellas de la galaxia y evitando que estas arrasen cualquier semilla de vida a través de su radiación.

La mayoría de las estrellas se forman a través de viveros estelares, consistentes en nubes moleculares, formadas principalmente por hidrógeno, helio y partículas de polvo. Los vientos estelares, y a veces las ondas de choque gravitacionales, empujan este material en torno a la nube, propiciando que se formen grupos más densos, que finalmente colapsan, dando lugar a lo que se conoce como una protoestrella. A continuación, estas protoestrellas siguen incorporando el material circundante, haciéndose cada vez más y más másicas, hasta que finalmente se produce una fusión nuclear que permite que comiencen a brillar como estrellas completas.

La combinación de presiones generada tras la formación estelar disminuye la velocidad de formación de nuevas estrellas, evitando que la radiación impida la formación de vida

Es aquí donde empieza el proceso esencial para la vida, ya que las estrellas jóvenes, de reciente formación, liberan luz ultravioleta, que se dispersa a través del gas que hay alrededor. Como resultado, el gas absorbe fotones, dando lugar a una presión de radiación directa (la que se da en los procesos de absorción), mientras que estos fotones absorbidos se reemiten en forma de luz infrarroja, que crea una presión de radiación indirecta (la que se da durante la reflexión). La combinación de estos dos tipos de presión da lugar a una disminución en la velocidad de formación de nuevas estrellas. ¿Pero qué tiene eso que ver con la vida?

“Si la formación de estrellas ocurriera rápidamente, todas las estrellas se unirían en grupos masivos, donde la radiación intensa y las explosiones de supernova probablemente esterilizarán todos los sistemas planetarios, impidiendo la aparición de vida», explica uno de los autores del estudio, Roland Crocker, en un comunicado de prensa. “Además, las condiciones en estos cúmulos de estrellas masivas posiblemente incluso evitarían que los planetas se formen en primer lugar”.

Esta información no es algo nuevo. Sin embargo, el modelo matemático propuestos por estos científicos ha puesto un límite superior a la rapidez con que se pueden formar nuevas estrellas. Descubrieron que se necesita mucho más de la mitad del material en una nube molecular para convertirse en estrellas para que la presión de radiación directa empuje el gas restante. Un mecanismo de relojería suiza que mantiene el equilibrio en el universo.

H/T – Hipertextual