A muchos de nosotros nos ha tocado trabajar con público, y nos hemos visto obligados a atender a gente de todo tipo a lo largo del día; por lo general, la gente suele ser amable, pero, a veces, existe la excepción y no es nada fácil mostrar una sonrisa cuando se empeñan en convertir tu día en una pesadilla.

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Y es precisamente por eso que lo que hacía Melina Salazar tiene mucho mérito, pues ella tuvo que enfrentarse al mayor reto posible como camarera: servirle a un señor que no paraba de quejarse por todo. Sin embargo, Melina lo hizo siempre con una sonrisa en el rostro, incluso, fue la única camarera del restaurante Luby’s en Brownsville, Texas, Estados Unidos, que aceptó servirle, pues los demás se negaron.

El señor en cuestión se llama Walter Buck Swords, un veterano de guerra de 89 años que había participado en la II Guerra Mundial y que era de todo menos un abuelito entrañable, pues era quisquilloso y cascarrabias, de hecho, llegaba a insultar a aquellos que intentaban tomarle el pedido.

Pero, Melina optó por armarse de paciencia y tomaba nota de sus pedidos sin quejarse y le llevaba la comida exactamente cómo él la había pedido, siempre con su mejor sonrisa. Así estuvo durante tres meses, momento en que Walter dejó de ir al restaurante.

¿Por qué? Pues había fallecido, pero una gran sorpresa la aguardaba pocos días antes de la Navidad de 2008: ¡Walter le había dejado toda su herencia! En sí, le dejó 50.000 dólares y hasta un coche.

H/T – No Lo Creo