Cada comienzo de año es una oportunidad nueva de hacer una lista de deseos y propósitos para cumplir, en realidad ya forma parte de una tradición, pero, ahora, unos psicólogos dan cinco motivos para no hacer esto.

Te puede interesar: Propósitos de año nuevo: 5 trucos para no terminar abandonándolos

Cada año que comienza se presenta como una inmejorable oportunidad de empezar desde cero y hacer borrón y cuenta nueva. Así, concluye 2018 haciendo balance de lo bueno y malo que ha sucedido en los últimos 365 días y con un listado de cosas que nos gustaría cambiar o mantener en forma de propósitos de Año Nuevo.

Después, avanzan los meses y comprobamos cómo no hemos podido cumplir muchos de ellos, con la consiguiente frustración. ¿Es realmente una buena idea hacerse propósitos de cara a este inminente 2019 o cualquier otro año venidero? Pues los psicólogos opinan que no demasiado. Te vamos a dar 5 motivos para que te comas las uvas pensando en otra cosa distinta y más motivadora que todo lo que podrías hacer:

Los propósitos no se suelen cumplir

Y los motivos son múltiples, seguro que te suenan aunque no los tenías identificados: no les das el tiempo suficiente para desarrollarlos, piensas demasiado pero luego pones poca acción, marcas objetivos demasiado altos, a veces nos comprometemos a cosas que ni siquiera nos gustan (por ejemplo, apuntarnos a un gimnasio cuando nunca habíamos pisado uno), se da más importancia al resultado final que a cómo conseguirlo…

En definitiva, se arranca el año con un montón de resoluciones maravillosas pero, a medida que pasan los meses, se van olvidando. Y esto nos lleva al siguiente punto.

Cuando no se cumplen, se genera mucha frustración

Oh no, te habías marcado un objetivo de un mínimo de 3 días a la semana de gimnasio y solo has aguantado dos días. Llega la decepción, la traición a nuestros propios principios (¿propios? ¡Si hace unos meses ni te planteabas esto!), ya no crees en ti misma. Y todo por algo que se te ocurrió el 31 de diciembre sin saber muy bien el motivo.

A veces las metas son imposibles

Y lo del gimnasio es un ejemplo menor porque quizá eso es algo que puede depender en mayor medida de cada individuo. Pero, por ejemplo, si te propones pasar menos tiempo en el trabajo y no eres tu propia jefa, hay muchos factores que influyen para poder lograrlo y que se escapan a tu control. Si te apetece cambiar algún aspecto de tu vida, intenta que sea algo que esté en tu mano.

Los propósitos de Año Nuevo suelen promover cambios de forma temporal

En realidad, este punto está muy relacionado con los anteriores. A veces nos proponemos tantas cosas, de tal envergadura o tal relevancia que solo las conseguimos mantener durante un tiempo limitado para luego volver a la situación anterior. Y aquí vuelve a entrar la frustración de la que hablábamos en el punto número 2 para meternos en un círculo vicioso que reactivaremos cuando llegue diciembre del año siguiente.

En realidad… nada cambia

Mucha retórica y poquita acción. Demasiadas frases motivacionales y ningún asunto resuelto. Lo que conseguimos con esto es cronificar los problemas.

ENTONCES, ¿QUÉ PODEMOS HACER?

Los psicólogos recomiendan dejar de hacer listas cada diciembre planificando todo lo que nos gustaría cambiar de nuestras vidas y pasar a la ACCIÓN. Es decir, planear menos y actuar más, y sin ponernos fechas irreales. Es decir, que no hay que empezar el 1 de enero para que el 1 de febrero sea todo diferente sino que se puede comenzar todo en cualquier momento pero a un ritmo coherente y sin fecha de caducidad.

H/T – Glamour