Se llama Samantha y es una muñeca sexual que es capaz de tener un orgasmo, un invento por parte de un científico catalán que, sin duda, revolucionará los juguetes sexuales.

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Después de hacer pública la inauguración de un burdel en Barcelona, donde los protagonistas de las acciones son muñecas sexuales, el científico y experto en nanotecnología, Sergi Santos, presentó una nueva idea que le ha llevado años en perfeccionar.

Su proyecto lleva por nombre Samantha y se trata de una muñeca con inteligencia artificial capaz de responder a estímulos y dar respuesta a una de las necesidades primarias de los seres humanos: el afecto. El prototipo pesa un aproximado de 40 kilos, tiene los ojos verdes, una larga cabellera de color castaño y unas medidas de 90-55-90.

Además, Samantha es suave al tacto y en el trato; está hecha de TPE puro e incorpora un microprocesador en la cabeza que funciona a través de un algoritmo potentísimo, creado por Santos. Este sistema le permite interactuar con las personas en distintos modos: desde familiar, haciendo compañía en el sofá mientras se ve una película, por ejemplo; hasta sexual, lo que incluye la capacidad de la muñeca de “llegar al orgasmo”, asegura el inventor.

Pero, el científico catalán advierte que la muñeca puede llegar al máximo placer sexual que alcanza un humano, solo si su “acompañante es capaz de estimularla” convenientemente. El científico de 38 años ya tiene cuáles son sus objetivos, pues está decidido a dejar un trabajo espléndidamente remunerado en uno de los Emiratos para emprender su empresa de venta de muñecas inteligentes de compañía por internet.

“Estoy muy cansado de intentar explicar lo que hago y que nadie lo entienda o que me digan que no sirve para nada”, dice. “Ahora mis colegas científicos replican que este proyecto no tiene ningún impacto científico, pero yo pienso todo lo contrario: Samantha es muy fácil de explicar y todo el mundo entiende a la primera para qué sirve. Al fin y al cabo, el objetivo de la tecnología es que se entienda para poder darle una aplicación concreta y así poder venderla”, reflexiona.

Para que Santos desarrolle y lleve a puerto seguro su proyecto trabaja “20 horas al día”. El prototipo de Samantha se ha desarrollado en Catalunya, donde se establecerá para llevar a cabo su empresa. El científico cuenta con un equipo que completan su mujer Maritsa, diseñadora; una joven física de origen asiático experta en biociencia; un especialista en electrónica, que le ayuda a localizar en internet e integrar en su prototipo cualquier tipo de sensor o microcontrolador que mejore la capacidad de interacción de Samantha; y un abogado que se encarga de las tareas burocráticas.

H/T – Mundiario